sábado, 20 de marzo de 2010

Lucía

La primera vez que vi a Lucía ya estaba convertida en urraca, es decir parcialmente convertida. Recuerdo que era hermosa como un instrumento de cuerda; yo la había citado en su casa con el solo motivo de confesarle que no estaba enamorado de ella, pues ni siquiera la conocía. Ella no sabía ni mi nombre, ni mi voz, ni mi talla, pero igual accedió.
Al principio pensé que era solo una mujer, una mortal más de esas que habla la lógica, y además pensé que solo “era una”, que tenía puesta esa remera escotada amarilla, y que se desplazaba como humana limpiando el agua que traspiraba la tetera o acarreando tacitas. Lo que menos pensé es que si uno la miraba de perfil y en una posición muy precisa, toda su forma mutaba y uno podía ver a una enorme urraca. Esbelta y simpática con su blanco y negro, pero urraca al fin. Era un efecto que solo se generaba desde esa perspectiva; el más mínimo movimiento le devolvía su integra figura humana, su remera amarilla y su jeans. Pero entonces, mientras volvía a poner agua en la pava o buscaba galletitas, se perfilaba ante mis ojos y otra vez aparecía el inmenso animal.
Pasados quince o veinte minutos de haberla conocido supe dos cosas. La primera es que se había convertido en urraca porque un hombre la había abandonado. Lo segundo que supe es que ella ignoraba su condición de ave, pues le estaba vedado observarse desde ese punto de vista, y no había osado utilizar el espejo.
Habiéndome anoticiado de esto procedí a ejecutar mi monólogo con rapidez:
“Lucía, a pesar de que no te amo, pues para amar es menester conocer, me veo en la obligación de comunicarte mi compromiso con una dama, que es enteramente mujer y no tiene porciones de urraca” “Espero no me malinterpretes, no hallo dificultad en que una persona sea humano y pájaro a la vez, o que sea cosas diferentes según desde donde se la mire. Eso me da igual, nunca fui un gran devoto de la física einsteniana. Te repito que esto tiene que ver con el amor, y con el hecho de que, salvo hoy, nunca antes te había visto”
Ella se quedó llorando, más por compromiso y respeto a mis esfuerzos que por verdadero afecto.
Aquella noche, cuando después de todo el melodrama acudí a los brazos de mi amada, me hallé ante un vacío.
- Disculpame – me dijo – pero yo nunca te amé, y es momento que lo sepas.
Yo si me quedé llorando por afecto, por todos los hijos y nietos nuestros que se morían en mi mente sin haber nacido, por todos los paisajes que lamentarían la ausencia de nuestros pies descalzos.
A la medianoche volví a la casa de Lucía, solo y despreciado, con un puñado grueso de ilusiones rotas en el bolsillo. En el Hall me miré de perfil en un espejo y vi asombrado mi pico de ave, mis plumas, mi cola tan azul. Entonces la besé desaforadamente, pero de costado.

5 comentarios:

Héctor dijo...

Debe ser que cuando nos abandonan queremos tener alas para escapar del dolor, pico para no volver a besar y plumas que acaricien nuestro corazón herido...

Muy lindo, lo que no entendí muy bien fue lo de la física einsteniana...
Abrazo, Héctor

Roy Jacob dijo...

Bellisimo el comentario!!! e increíble la mirada Héctor, la clave es la referencia a la física einsteniana y vos lo detectaste, eso da cuenta que sos un excelente lector, tal como nombra Barthes al lector, es decir aquel que compone también el texto. Me gustaría no darte una respuesta, simplemente agregar a tu percepción que hay "una" física q está en tensión con la física einsteniana, y que es interesantísimo pensarla. En esos rumbos me hallo.

Anónimo dijo...

muy bueno roy, todavía no paro de reírme, será por lo de ver un poco mas allá de lo que queremos ver, cuando amamos o creemos amar y nos negamos a ver esa sombra que nos dice algo y nos obstinamos tanto en ocultarla en el que amamos y en nosotros mismos, y cuando cae la imagen que nos tapa, que dolor, que desnudez, muy bueno también lo de hector y cuantas veces fuimos urracas y cuantas bellísimos faisanes con nuestras plumas de paraíso deslplegadas. Lilian

Roy Jacob dijo...

Me gusta mucho como se van tejiendo, anudando y entrelazando las distintas visiones. Tal como "Lucía", un relato no es solo eso, no es solo "uno", puede muy bien ser tantas cosas como se quiera. ¡ Y como componen ! ¡ Como escriben ! Espero me den ambos el placer de poder publicar sus propias producciones literarias en éste humilde blog.

Unknown dijo...

Roy que hermoso lo que escribiste, es verdad que cuando nos abandonan ya sea por decisión de esa persona o por causas del destino, nos sentimos como dice hector, solo queremos volar para escapar, tener pico para no volver a besar, etc etc, pero tambien es muy real que hasta q no lo vives no t das cuenta de que puedes ser una urraca, tal cual le paso al protagonista, también se por motivos personales que despues de vivir este abandono, tambien nos abandonamos a nosotros mismos, por miedos, por dolor, etc, y perdemos noción de lo que sucede a nuestro alrededor vivimos como entes sin sentir, solo existimos, no podemos sentir y a veces cuando despertamos nos damos cuenta que perdimos mucho tiempo y muchas cosas, pero con esto tiene que ver el amor, porque el amor es divino, porque ningún ser humano lo invento, desde este punto de vista nadie es dueño de tu amor, nadie lo puede atrapar. solo podemos convivir con su divina influencia, porque por naturaleza es libre, sino no sería amor. un abrazo gigi.