martes, 7 de octubre de 2014

La ventana

Los muros de la casa se cuartearon, grandes escamas color piel soltaron su cabeza para que el viento las abanique. Ahí, bajo su sombra, magníficas, un arroyo de babosas se enroscaron y se amasaron en el amor de la vereda.

Después el tiempo cerró la boca.

                                                                                                        Su madre le pidió que abra la
                                                                                                        ventana antes de la tardecita.

   ¿Para qué? al final la tarde se licuará. Es mentira que las cosas existen por fuera de lo que va sucediendo. Las cosas nacen día a día. Generación espontánea. Y a la noche se zambullen en el olvido negro.
                                                                                                         Pasa un hombre con sombrero.

   Luz espera. Un nerviosismo adolescente va arañándole la espalda: lleva un balde de agua hasta las azucenas de punta flor naranja, beben y se bañan risueñas, el helecho las envidia erizado, pronto moja su espesa caballera en un segundo balde: verano.
   En la otra punta de la ciudad también Pedro espera.  Tal vez pueda deslizarse, ahora, en cualquier momento. Si piensa en la locura se le viene la siesta de los chicos, si piensa en el verde se le viene el sol, si piensa en los cactus y en las orquídeas se adormece en caballos. Y mientras su mujer riegue también las azucenas, otras, quizás Pedro pueda venir hasta donde Luz le sirve un mate a su madre, a su verdadera casa, porque Luz piensa en cosas disímiles mientras lo espera desenrollada en la poltrona,  
                                                               piensa en la gangrena de un beso, en las manos que se llenan de pensamientos tremebundos; y va cosiendo su piel a la corteza de un mal recuerdo, la medicación de su madre, la agonía rumiante, la silla de ruedas;  su dulce madre, y Pedro en el espacio sórdido entre una punta y otra, y ella habitando su ser, sola. Un día más, aguanta.

                                                                                                            Y cierra la ventana.